Descripción

Buena parte de los ataques que reciben las diversas manifestaciones actuales de la filosofía ecologista (decrecimiento, la lucha de las ZAD, espiritualismo, ciudades en transición, colapsología, etc.), están comprometidos con una doctrina del cambio social inspirada en los dogmas del ultraizquierdismo (e incluso de un anarquismo que podríamos considerar calcado de la sociología marxista). Pues una cosa muy diferente es rechazar la banalización mediática de la colapsología, así como una ingenuidad política alarmante que a menudo la caracteriza, y otra es negar en bloque lo que para nosotros constituyen los mayores aciertos del movimiento ecologista proveniente de los años setenta y que, incluso de manera amorfa o apenas reconocible, subsiste en toda propuesta ecologista del presente.

Para la apuesta ecologista la revuelta popular o la revolución no es el momento privilegiado de la toma de conciencia. La sensibilidad y la conciencia crítica, para muchos ecologistas, se construyen a través de un proyecto de vida donde el enfrentamiento violento con la autoridad instituida no es necesariamente el punto culminante de esa construcción vital. Pero que la propuesta ecologista se desentienda en varios aspectos de la vieja tradición revolucionaria no significa desentenderse de las tareas destinadas a una transformación radical de la sociedad.