Puedo añadir que la perspectiva radical, al menos como yo la entiendo, no niega la importancia y la validez de la ciencia en su propia esfera, ni la de los estudios históricos, sociológicos y económicos. Tampoco afirma que la única realidad sea la individual y su conciencia. En lugar de eso, delimita una esfera que está fuera del alcance de la investigación científica, y cuyo juicio de valor no puede probarse (si bien podría demostrarse en los términos apropiados, no científicos); esta es la esfera tradicional del arte y de la moral. El radical ve que cualquier movimiento que, como el socialismo, persiga un tipo de sociedad éticamente superior, debe enraizarse en esa esfera, aunque su crecimiento pueda estar modelado por el proceso histórico. Esta es la esfera de los intereses humanos y personales y, en este sentido, la raíz es el hombre.

La raíz es el hombre. Radicales contra progresistas
Dwight Macdonald

Prólogos de Czesław Miłosz y Salvador Cobo
Traducción de Salvador Cobo
Colección Herejías, 2

2017
14€
250 p.
14×20
ISBN: 978-84-943217-7-1
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Precio web: 13,30€
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«Todo el mundo tiene derecho a ser estúpido», escribió Trotski en 1938, «pero el camarada Macdonald abusa de este privilegio». Era la respuesta a un artículo publicado en la prensa trotskista estadounidense en el que Dwight Macdonald criticaba duramente la represión del alzamiento de los marineros y obreros de Kronstadt en 1921 contra el gobierno bolchevique, así como el papel desempeñado en aquellos sucesos por el entonces líder del Ejército Rojo. «El hecho de comenzar mi andadura en el trotskismo», recordaba el autor varias décadas después, «con una polémica sobre un asunto tan delicado, y nada menos que contra el gran maestro de la Orden, puede que fuera cuestión de ética, arrogancia, ingenuidad, una simple chaladura, o una mezcla de todo ello. Pero fue sintomático». Y, en efecto, revelaba muy pronto el carácter herético e independiente de uno de los intelectuales estadounidenses más importantes del siglo XX.

Escrito en 1946, La raíz es el hombre anticipó muchos de los temas fundamentales de la Nueva Izquierda de los 60: la crítica de la burocracia, la tecnología o el totalitarismo soviético. Frente a la fe depositada por los progresistas —socialdemócratas o marxistas— en el centralismo del Estado, el crecimiento económico y el progreso científico, Macdonald apelaba a la creación de un radicalismo fundado en la responsabilidad moral de los individuos, haciendo hincapié en el concepto de límite y en la creación de pequeños grupos que resistieran al poder del Estado y la tiranía de la Ciencia.

Puede que el título de la primera parte de este ensayo, «El marxismo está obsoleto», hoy día mueva a risa. Pero la suya no era sólo una revisión del marxismo, al que, en 1946, casi nadie osaba plantar cara sin pasarse a las filas de la reacción. Aunque ya no exista ese marxismo ortodoxo, sí que existe, y tiene mucha fuerza, lo que Macdonald denominaba liblabs, los liberal-laboristas, esos que consideran que «sólo los progresistas tienen derecho a la libertad, es decir, quienes estén del lado del “pueblo” y de los “trabajadores”», y que adoran al Estado «siempre que esté de su parte». ¿Cómo no reconocer a esos viejos liblabs en quienes ahora dicen representar la «nueva política»? ¿En ese marxismo-populismo de nuevo cuño que se presenta como única alternativa al neoliberalismo salvaje, y cuyos lemas «Pan. Trabajo. Industria. Patria», además de remitir a las corrientes políticas más ignominiosas del siglo veinte, supone la incapacidad de reconocer la naturaleza opresiva del Estado y del desarrollo tecnológico?

La lectura de La raíz es el hombre es uno de los mejores antídotos contra la creencia de que el mejor modo de combatir un modo de vida alienante e insostenible es reforzar el entramado económico-científico-militar, dando una vuelta de tuerca más al poder pantagruélico del Estado. Explorar la senda marcada por Dwight Macdonald es hoy más necesario que nunca.

Dwight Macdonald

Dwight Macdonald (1906-1982), escritor, crítico cultural, literario y cinematográfico, activista libertario y pacifista, íntimo amigo de escritores como Hannah Arendt, Albert Camus, George Orwell, Nicola Chiaromonte, Mary McCarthy o Norman Mailer, fue uno de los intelectuales norteamericanos más importantes del siglo XX. A mediados de los años treinta participa en grupúsculos trotskistas y escribe en The Partisan Review. En 1944 funda la revista politics, lo que supone su ruptura con el marxismo, adoptando posturas cercanas al anarquismo y el pacifismo. En la década de 1950 alcanza notoriedad como crítico literario para The New Yorker y The New York Review of Books, y como crítico de cine en la NBC. Sin dejar nunca de lado su denuncia del totalitarismo soviético, se alinea con las protestas estudiantiles y por los derechos civiles en los años sesenta, participando en coloquios, conferencias y movilizaciones contra la guerra de Vietnam como la marcha al Pentágono de 1967. La raíz es el hombre es el primer libro de Macdonald que se publica en España, aunque en Argentina ya se tradujera El cine soviético: una historia y una elegía (Sur, 1956). Otras obras de Macdonald son Against The American Grain: Essays on the Effects of Mass Culture (1962; reed. 2011), Politics Past (1970) [antes publicado como Memoirs of a Revolutionist: Essays in Political Criticism (1960)], y Discriminations: Essays and Afterthoughts 1938-1974 (1974).